|
|
-
Cuento Nº 1
EL CARACOLITO
(Para ser leído en los caminos de un bosque)
-
Érase una vez un pequeña princesa llamada Cristal.
Ella corría de allá para acá en su gran reino de flores. Siempre se
le podía ver bailando y jugueteando por todos los fragantes jardines
de los dominios de su padre, el Rey Arturo. Este Rey era poseedor de
vastas regiones y su reino casi no conocía fin.
El Tutor y Maestro
de la princesita Cristal era un gran mago llamado Merlín el Sabio.
Merlín vivía en las cercanías del gran palacio, en una pequeña y
humilde casa dentro del bosque. Todos los días la princesita Cristal
iba a casa de Merlín a recibir la instrucción que éste, con gran
amor, le daba.
Un día, al Cristal ir por el sendero que conducía a la casa
de Merlín se topó con un caracolito, el cual, con una casita
demasiado pesada a rastras, le dijo:
-
—¡Eh! ¡Ehhh! ¿A dónde vas con tanta prisa, pichón de gigantes...?
-
Y nuestra amiga, la pequeña princesa Cristal, le respondió:
-
—Pues voy a casa de mi Maestro Merlín, caracolito.
-
—¡No me digas caracolito...! —dijo el caracolito muy disgustado—, tú
debes referirte a mí como ¡señor caracol!
-
—¡Vaya, discúlpeme, señor caracol! —replicó Cristal, muy
sorprendida—.
-
-
Ahora, si me lo permite, seguiré mi camino.
Entonces el caracolito, aún más molesto, le dijo:
-
—¡Ah, entonces quieres decir que te vas y que me dejas abandonado
aquí solo, al comienzo del camino! ¡Ya sabía yo que estos gigantes
eran muy engreídos y poco serviciales! Mamá tenía razón cuando me
dijo que yo era el único de entre mis 95 hermanos que no iba a
seguir una vida de caracol normal.
-
—¿Hacia dónde se dirige usted, señor caracol? —preguntó Cristal.
-
—¡Yo voy para allá, y por favor detesto que me digan señor caracol,
así que tutéame! —respondió más tranquilo el caracolito.
Y con una de sus antenas señaló el camino que por coincidencia era
el camino que la princesita Cristal debía seguir para ir a casa de
su Maestro Merlín.
-
—¡Oye, pero qué casualidad!, yo también voy a seguir por ese camino
que tú me señalas —dijo sorprendida Cristal —¿Pero dime, caracolito,
a dónde te diriges exactamente?
-
— Te voy a explicar —respondió—. Cuando mis hermanos y yo éramos
pequeñitos, mi mamá nos sentaba junto al tallo del rosal más alto de
toda la zona en que vivíamos y nos decía: "Miren mis hijitos, ¿ven
ustedes aquel gran hueco amarillo que hay en el cielo y que deja
penetrar la más brillante luz?, pues bien, a ése que ustedes ven,
los gigantes lo llaman Sol y dicen que sin él no podrían vivir.
Ahora, ¿ven ustedes a este gran tallo de rosa?, bueno, por un tallo
aún más grande que éste tienen ustedes que trepar para llegar al Sol
y luego convertirse en gusanitos de seda y más tarde en mariposas.
Toda nuestra existencia se basa en eso; en la subida hasta el Sol
por medio del tallo de ese rosal tan maravilloso". Al principio yo
no comprendía lo que mamá quería decirnos, pero mientras crecía iba
entendiendo más y más cada palabra que de su boca había salido. ¡Ah,
pero ella nos dijo algo muy importante!, y es que para subir hay que
aligerar la carga de nuestra casa y tenerla limpiecita, de lo
contrario jamás llegaremos al Sol.
Entonces, la princesita Cristal le dijo:
-
—Pero, caracolito, tú llevas esa casita muy cargada y casi no puedes
caminar. ¿Cómo vas a hacer?
-
—Bueno —respondió el caracolito—, mamá me dijo, muy particularmente,
que cuando mi casa estuviese muy pesada y que casi no pudiese
caminar, aparecería alguien que con una palabra mágica me aligeraría
la carga, pero también me dijo que no permitiera nunca que me
llevaran dicha carga, porque de lo contrario no habría avanzado
nada.
-
—¿Ah, entonces tú piensas que Yo Soy esa persona? —dijo Cristal.
Entonces, el caracolito, mirándola de arriba a abajo —cosa que le
tomó mucho tiempo—, le respondió:
-
—¿Y quién más que un gigante puro de alma y corazón, podría
ayudarme?
-
—Me has puesto en un verdadero aprieto, caracolito... —dijo la
princesita Cristal.
-
Nuestra amiga, la princesita, comenzó a pensar y pensar.
Mientras tanto, el caracolito, que permanecía junto a una piedra,
empezaba a dudar de ella y fue entonces cuando le dijo:
-
—¡Caracoles!, otra vez he fallado, ¿Dios mío, cuándo será la hora en
que encuentre a alguien que sirva de verdad, verdad? He pasado los
últimos veinte días de mi vida buscándola, y lo que he podido
encontrar son puros ignorantes, que hasta han llegado a decir que yo
soy muy rencoroso y que no me olvido del mal que me han hecho. ¿Pero
cómo lo voy a olvidar si a cada momento lo recuerdo y me da
rabia...?
-
—¡Ahí está! —dijo muy emocionada, la princesita Cristal— ¡Ahí está
tu problema!
-
Entonces, nuestra amiguita alzó al caracolito y una vez que
lo tuvo al nivel de su cara le dijo:
-
—Tu problema, caracolito tonto, es que no sabes perdonar, y la
palabra mágica que necesitas es P E R D Ó N.
-
La princesita, muy tiernamente le dio un beso en su casita y
ésta comenzó a estremecerse. Chispitas de luz violeta emanaron rápidamente de
todo el cuerpo del caracolito y en un instante, aquella casa que parecía muy
pesada ahora era tan transparente y tan liviana que casi no se veía, y aquella
frívola obstinación se había transmutado en una bella aspiración. Luego, la
princesita lo dejó en el suelo y siguió caminando a casa de su Maestro Merlín,
mientras que el ahora ligero caracolito retomaba su camino al Sol pero dejando
siempre un rastro de luz violeta por donde pasaba. Desde aquel entonces todo
fue felicidad y rapidez para el caracolito. -
- F I N
|
|
-
Cuento Nº 3
LA GRAN PANTALLA
(Para ser leído antes de ir al cine)
-
-
Es muy bien sabido que la vida promedio de un átomo cinéfilo
dura apenas 2 horas. A nosotros los humanos nos parece un tiempo muy
corto, pero en realidad para ellos es toda una vida.
-
Inquieto era un átomo cinéfilo que vivía en la superficie de
un planeta llamado "Foco de Luz", en una galaxia de nombre
"Proyector", en la constelación de "Sala de Cine", dentro del gran
universo de "Hollywood".
-
En Foco de Luz todos los jóvenes como Inquieto tenían un sueño y era
que algún día pudiesen llegar a proyectarse en "La Gran Pantalla" y
ser vistos, aunque fuera por un segundo, por los seres humanos que
acuden por cientos a las salas de cine en busca de realizar, o al
menos visualizar, sus más anhelados sueños.
-
La mamá de Inquieto, que era una molécula que gozaba de mucha
fama por su gran magnetismo personal, había perdido la gran
oportunidad de proyectarse hacía ya una larga hora, pero ella, no
obstante se encargó de inculcarle a su pequeño hijo todo ese ímpetu
que la movía y le daba el sentido de la vida.
-
En aquel mundo era muy extraño ver al alguien que hubiera
sido capaz de llegar a La Gran Pantalla. Todas sus escuelas y
estudios estaban orientados hacia ese gran logro. Pero el problema
radicaba en que nadie había llegado y visto con sus propios ojos
aquel lugar, que según decían era de armoniosa unión y en donde
todos desarrollaban un papel importante, excepto unos pocos a los
que llamaban "Fotones" o "Luminosos", los cuales llevaban una vida
muy diferente a la de sus semejantes co-existentes.
-
Inquieto, después de haber aprendido todo lo que la escuela y
su mamá le pudieron enseñar, sentía en cada electrón de su cuerpo
que le faltaba la invaluable experiencia de un Luminoso para poder
llegar a realizar su gran sueño, y sin pensarlo más se fue en busca
de uno.
-
Largo tiempo pasó en dicha búsqueda, muchos lugares visitó y
en varias ocasiones las heladas ventiscas de corrientes negativas
trataron de neutralizarlo, pero por fin, y para su suerte, llegó a
un hermoso lugar, parecido a un manantial de energía líquida, donde
a su alrededor se reunían los famosos Fotones. Fue allí donde
encontró a "El Maestro Electrónico" que después de ponerlo a prueba
lo aceptó como su discípulo.
-
Recuerdo que una vez Inquieto le pidió a su Maestro que le
describiera cómo era La Gran Pantalla y él no hizo más que un largo
silencio. En otra ocasión le volvió a preguntar lo mismo y el
Maestro le contestó:
-
—Hijo mío, si quieres saber cómo es La Gran Pantalla desperdicias tu
tiempo, pues no hay ninguna forma de saberlo sin que antes hayas
llegado a ella, mas entre ustedes dos no hay distancia alguna.
-
Tanto pensó Inquieto en lo que le había dicho "El Maestro
Electrónico" que casi se quedó sin saber hablar, pero por fin
entendió y en ese preciso instante todo Foco de Luz comenzó a
estremecerse y a desprender Luz por todas partes. También de
Inquieto emanaba Luz mientras que todo su cuerpo comenzaba a flotar
y fue entonces cuando, como un rayo, salió disparado y atravesando
infinidad de lentes traspasó la película quedando plasmado de esa
manera en La Gran Pantalla. La película que se proyectaba era
"Hermano Sol, Hermana Luna" y justo en el momento en que San
Francisco de Asís corría libre por los campos de la Porciúncula,
justo allí, Inquieto permaneció por todo un segundo en el ojo
derecho del santo haciéndolo brillar fuertemente y dándole a los
espectadores la verdadera visión de la felicidad que sentía San
Francisco en aquel momento. Todo fue verdaderamente maravilloso.
Todo Foco de Luz se enteró de la gran noticia, y su madre cuando lo
supo sintió un gran regocijo, pues su hijo había realizado el sueño
de toda su vida.
-
Pero no vayan a pensar ustedes que Inquieto murió, ¡nada de
eso!, él regresó a Foco de Luz como un "Hijo de la Luz", un Luminoso
más, y al lado de su Maestro Electrónico desde entonces ayuda a que
todos los átomos cinéfilos que así lo deseen puedan llegar como él
lo hizo a la Gran Pantalla.
-
F I N
|
|
-
Cuento Nº 7
NATIVITAS
(Para ser leído en la noche de Navidad)
-
Todo el Universo estaba alborotado pues ya se acercaba el mes
de diciembre y el Gran Ser Cósmico Nativitas se aproximaría a la
Tierra para que todos los habitantes que estuviesen receptivos se
llenaran del Espíritu de la Navidad. Pero sucedía algo muy especial
y era que una de las viejas ayudantes de la Señora Nativitas, una
hermosísima arcangelina, misteriosamente se había desaparecido hacía
ya siete Navidades. Millones de arcángeles y ángeles de todos los
rangos iban llegando poco a poco y esparciéndose entre los humanos
sin distinción alguna.
-
Cristina era una niña que vivía con su pequeña familia en
Alaska. Allí los inviernos eran muy crudos y ese año parecía hacer
más frío que nunca. Ella tenía la costumbre de que todos los 20 de
diciembre, a eso de las 12 de la noche, colocaba el pesebre y allí
se quedaba hasta por la mañana admirándolo. Luego, el día 25 en la
mañana salía a jugar con sus amiguitos y lo que hacía era regalarles
todos sus juguetes. A ella no le importaba quedarse sin nada, mas
estaba muy feliz de que los otros disfrutaran de lo que ella antes
había disfrutado. En realidad parecía que la cara se le iluminaba
cada vez que decía: —¡Toma, este es mi regalo de Navidad, es tuyo!
-
A los padres de Cristina no les hacía mucha gracia el
comportamiento de su pequeña hija y ese año estaban decididos a no
dejarle hacer ningún pesebre y mucho menos que regalara todos los
juguetes que con mucha cariño y sacrificio ellos le compraban.
-
Llegó la noche de la entrada del Espíritu de la Navidad a la
Tierra y cuando Cristina se disponía a colocar su pesebre y adornos
de Navidad, sus padres fuertemente le gritaron y regañaron y dijeron
que les salía muy caro tener que regalarle cosas y luego que ella
las olvidara tan fácilmente.
-
Esa noche fue la más amarga en la vida de Cristina, pues como
ave sin poder volar se quedó sentada en el suelo mirando las
estrellas del infinito y llorando mucho. Lo más extraño era que sus
lágrimas parecían ser pequeñas lucecitas que al caer en el suelo
provocaban destellos.
Durante toda la Navidad ni siquiera salía a jugar, pues sus ánimos
estaban debilitados. Apenas comía y hablaba muy poco. Los padres
notaron que las flores de Navidad de la casa se secaron y murieron y
que ningún animalito se aparecía por allí.
-
Cuando llegó la noche del 24 de diciembre, inmediatamente un
rapidísimo serafín mensajero aterrizó a los pies de la Gran Señora
de la Navidad y le informó que en un lugar específico de la Tierra
una joven, de hermosas cualidades, pedía poder celebrar la Navidad y
estar feliz de nuevo.
-
—Amada Maestra —dijo el veloz serafín—, con sólo un acercamiento
tuyo podrás transformar la tristeza de ese corazón amante de la
Navidad.
La Señora Nativitas se apiadó de ella y dijo al serafín que
esperaran hasta la medianoche.
-
Faltando unos minutos para la medianoche los padres de
Cristina estaban en la sala y la propia Cristina se encontraba sola
en su habitación. De pronto, los cabellos de la pequeña comenzaron a
dar vistos plateados, mas todo su cuerpo empezaba a sufrir una
hermosa e increíble transformación. Su cara y manos radiaban de
blanco y de su espalda salieron dos efusiones de energía radiante y
tomaron la forma de unas grandes alas de un brillo sin igual. Todo
esto sucedía mientras en el cielo una gran estrella de múltiples
puntas brillaba con más fuerza que las demás.
-
Los padres, al ver los rápidos destellos de luz que salían de
la habitación de su hija corrieron rápidamente a ver lo que pasaba y
grande fue su sorpresa cuando entraron y vieron que allí acontecía
todo un verdadero nacimiento. Estaban el Niño Jesús, la Virgen y San
José; también los tres Reyes Magos, la mula y el buey. Los padres no
podían creer lo que estaban viendo, cientos de pastores llevaban
ofrendas al Niño recién nacido, mas pudieron ver que desde una
estrella de increíble fulgor se desprendió un puntito de luz que fue
bajando poco a poco y cuando llegó al pesebre se paró en frente y
dijo con voz parecida a truenos rítmicos:
-
—"GLORIA A DIOS EN LAS ALTURAS Y PAZ A LOS HOMBRES DE BUENA
VOLUNTAD".
-
Los padres se dieron cuenta de que ese ángel que hablaba era
su pequeña hija Cristina, mas ella, con mirada tierna, les dijo:
-
—Amados padres, que el Cristo Interno nazca en sus corazones y que
su Amor omniabarcante derrumbe todas las limitaciones humanas.
-
Los padres no contuvieron las lágrimas, estaban muy
arrepentidos de lo que hicieron y prontamente se arrodillaron frente
al Niño Jesús. Desde sus corazones salieron fulgurosas tres llamas;
una Azul, una Dorada y otra Rosa. Había nacido el Cristo en sus
corazones y a partir de entonces todos los años, al conmemorar la
partida de su hija y la llegada del Cristo a sus corazones,
celebraban con verdadera devoción la Navidad y hasta se les podía
ver regalando juguetes a todos los niños.
-
F I N
|
|
|
|