Parece casi un atrevimiento escribir sobre madame
Blavatsky, y digo así porque su vida fue tan rica en experiencias y tan
interesante, que desde luego es imposible en tan poco espacio escribir
todo lo referente a ella… esto es sólo un repaso a “vista de pájaro”, como
suele decirse. Nuestra intención es, a través de esta pequeña reseña
biográfica, conocerla un poco más, acercarla a nuestros corazones.
Perteneció a la aristocracia rusa, su abuela fue
la princesa Helena Pavlovna Dolgorukov. Su árbol genealógico es
sorprendente, en él podemos encontrar familiares con títulos tales como:
príncipes, emperadores o baronesas. Con tan peculiares antecedentes
familiares no podemos sorprendernos por la extraña mezcla de sangre, lo
cual daba cómo resultado que su personalidad no pasase desapercibida para
nadie.
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Nació la noche del 30 al 31 de agosto de 1831, noche la cual en Rusia se
considera la más propicia para que se produzcan nacimientos
extraordinarios. El nacimiento tuvo lugar en Ekaterinoslav, Nueva Rusia.
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Sus padres fueron personajes destacados, Helena de Hahn née Fadéeff (su
apellido de soltera era Andreyevna) fue una novelista conocida en su
país, a la cual muchos críticos la describieron como una de las
principales fundadoras del movimiento para la liberación de las mujeres.
Su padre llamado Pierre Alexis Hahn, de noble familia alemana y capitán
de artillería al servicio del Zar Nicolás:
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Helena Petrovna Blavatsky fue la mayor de tres hermanos, una niña precoz
que llamaba mucho la atención. Se revelaba por completo contra la rutina
exigida por los profesores asimismo como contra toda disciplina. Muchos
la describían en su niñez como exclusivista, caprichosa, original y
osada a veces hasta la temeridad.
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Desde su nacimiento se vio rodeada de los más destacados y variados
fenómenos de tipo psíquico espiritista. El día de su bautizo se le
prendió fuego a los hábitos del pope que oficiaba la ceremonia. Por
aquellos tiempos las misas se celebraban de pie y ese día una niña que
estaba presente (tía de Blavatsky), cansada de estar de pie se sentó a
jugar en el suelo con la vela que se suponía que debía sostener, en un
descuido, las ropas prendieron. Según la superstición rusa ese hecho fue
funesto, y claro, echaron la culpa a la niña Blavatsky, marcando este
hecho su vida.
Desde su nacimiento se vio
rodeada de los más destacados y variados fenómenos de tipo psíquico
espiritista. El día de su bautizo se le prendió fuego a los hábitos del
pope que oficiaba la ceremonia. Por aquellos tiempos las misas se
celebraban de pie y ese día una niña que estaba presente (tía de
Blavatsky), cansada de estar de pie se sentó a jugar en el suelo con la
vela que se suponía que debía sostener, en un descuido, las ropas
prendieron. Según la superstición rusa ese hecho fue funesto, y claro,
echaron la culpa a la niña Blavatsky, marcando este hecho su vida.
Aunque Rusia abrazó el
Cristianismo, la creencia en los dioses paganos de la naturaleza nunca
desapareció por completo. Esto creó la dualidad de creencias, y Blavatsky
fue educada así tanto en la espiritualidad cristiana como en la pagana,
por la influencia de sus ayas (niñeras).Se cuenta que desde que tenía
cuatro años ya sometía a sus niñeras a su voluntad. Sus padres ya cansados
del impertinente carácter de la niña deciden ponerle una niñera inglesa
(Augusta Sofía Jeffies), pero cuando la niña tenía seis años, ésta dimitió
y volvió con las antiguas ayas.
Nunca existió el equilibrio a la
hora de educarla, era tratada alternativamente, con indulgencia, mimándola
y otras veces con dureza, siendo así castigada, cierto es que debió ser
tarea ardua su educación. Su salud fue siempre muy precaria y además
sonámbula, pero todas estas cosas no nublaban el hecho de ser: viva,
inteligente, graciosa, ocurrente y osada, muy osada. Se cuenta que tenía
un lado ameno y divertido, que en su juventud tenía una vida social
intensa, acudía a bailes donde era el centro de atención contando chistes
y claro está provocando alboroto.
Fallece su madre cuando ella
tiene dieciséis años y se traslada, junto a su hermana (Vera P. Jelihovsky),
a vivir con unos parientes. A pesar de seguir con su indisciplina y seguir
agotando a los maestros, estos no dejaban de sorprenderse ante su gran
inteligencia, en especial con lo relacionado a la música y los idiomas.
Siempre se sintió atraída por los libros de su abuelo, la biblioteca era
uno de sus lugares preferidos y tocaba maravillosamente el piano.
Por esta época, con sólo
dieciséis años, se casa con Nicéforo Blavatsky, el cual le triplicaba la
edad. A los tres meses le abandona a caballo, desapareciendo durante años,
durante este tiempo se la cree muerta. Se cuenta que su esposo era un
hombre excelente, subgobernador de la provincia de Erivan, Transcaucacia,
y que el único defecto que tenía era el haberse casado con ella.
Ella le dejó bastante clara su
postura respecto a su matrimonio: “Cometéis un grandísimo error en
casaros conmigo- le dijo antes del matrimonio- . Sabéis perfectamente que
sois bastante viejo para ser mi abuelo. Vais a causar la desgracia de
alguien, pero no será la mía. En cuanto a mí, no os tengo miedo y os
prevengo que no seréis vos quién salga ganancioso de nuestra unión”.
Después de abandonar a su esposo
viajó hasta Constantinopla donde se reunió con una amiga y después se fue
hasta Egipto, allí entró en contacto con un anciano copto, éste le enseña
los secretos de las ciencias ocultas, a las que Blavatsky dedicaría toda
su vida. Fue una infatigable viajera, siempre en la búsqueda de la
Sabiduría, entre los veinte y los cuarenta años dio tres veces la vuelta
al mundo.
En Italia se la relacionó con
Garibaldi, junto al cual luchó disfrazada de soldado, hasta que finalmente
fue herida en la batalla de Mentana (fue alcanzada por una bala aunque no
luchaba en dicha batalla). Pasó años en Asia Menor y Oriente, hasta que
llega a Londres donde una noche paseando a orillas del río Serpentine en
Hyde Park tuvo su primer encuentro con el Maestro de sus sueños. Annie
Besant lo cuenta así: “Después de diversas peregrinaciones, ella se
reunió con su padre en Londres en 1851. Durante su estancia aquella,
cierto día en que paseaban ambos por Hyde Park, vio un gigantesco y
majestuoso Hindú de la Rajputana acompañado de varios príncipes de la
India y del Nepal, y en quién Helena reconoció a aquel a quién tantas
veces había visto en sus visiones infantiles y que le había protegido”.
Tras este maravilloso encuentro se prepara para la Magna Obra, pasa muchos
años, para ello, recorriendo desiertos y lugares secretos de las antiguas
logias iniciáticas de Egipto, Asia menor, India, ect…
En el Tíbet pasa tres años bajo
la instrucción de los Maestros de Sabiduría, entre ellos el que reinaba en
su corazón, el Maestro El Morya, las pruebas y sus relación con aquellos
Seres de Luz, quizás siempre serán un misterio para nosotros. Sobre Ellos,
Helena P. Blavastky decía: “Nuestros MAESTROS no son “dioses
celosos”, son simplemente santos mortales, más elevados, sin embargo,
moral, intelectual y espiritualmente, que nadie en este mundo”.
En el año 1875 funda la Sociedad
Teosófica junto al Coronel Henry Steel Olcott, juntos viajan a Bombay y
luego a Ceilán donde tomaron la iniciación budista. En 1882 se estableció
la Sede Central de la Sociedad Teosófica en Adyar, Madrás, en la India.
Difundió en Occidente las
doctrinas ocultas, dando a conocer la Sabiduría de los Grandes Maestros
que están ayudando y protegiendo a la humanidad. Teniendo en cuenta la
época y el hecho de ser mujer, la tarea que emprendió nos permite ver lo
idealista y osada que fue. Por esta razón fue perseguida, insultada,
incomprendida y humillada por los que se creían ilustrados en ese tiempo.
Sobre este tema ella decía: “Que me insulten o que me desprecien, y
que los unos me traten de médiums y de espiritista y los otros de
impostora, me importa poco porque llegará un día en que la posteridad
habrá de conocerme mejor”.
Hacia la última década de su
vida, H. P. B. se recluyó cada vez más, centrándose en sus escritos y en
la Enseñanza, muchos días trabajaba hasta dieciocho horas seguidas,
olvidándose hasta de comer, por lo que su salud se volvió muy precaria.
En 1877 publicó su primera gran
obra, “Isis sin velo” sobre filosofía oriental. Años más tarde escribe “La
Doctrina Secreta”, la cual se publicaría en el año 1888 en dos tomos,
llamados “Cosmogénesis” y “Antropogénesis”. Otras publicaciones muy
conocidas fueron: “La clave de la Teosofía” y “La voz del silencio”. Todos
sus escritos, en Rusia, los firmaba bajo el seudónimo de Radha Bai.
Ya bastante debilitada muere en
el año 1891. Lo hace dejando atrás mucho trabajo, mucho camino despejado
para los que la seguían. La Señora Blavatsky rompía todos los cánones del
razonamiento, impresionaba y a la vez desconcertaba pero no podemos dejar
de reconocer, después de leer su vida, su majestad y su verdad.
Un periódico de Londres dijo:
“Lo que Madame Blavatsky hizo fue algo inconmensurable, más importante que
mover tazas de té. Hizo posible que los hombres y mujeres más cultivados y
escépticos de esta generación creyeran… Que no sólo el mundo invisible que
nos rodea contiene inteligencias mucho más superiores a nuestro propio
conocimiento de la Verdad, sino que es posible para el hombre entrar en
comunión con estas inteligencias ocultas y silenciosas, y ser instruidos
por ellas en los divinos misterios del tiempo y la eternidad”.