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Alice Bailey nació el 16 de junio de 1880, en la ciudad de Manchester,
Inglaterra. Hija de Fréderic Foster La trobe-Baterman y de Alice Hollinshead;
los dos pertenecían a una estirpe bastante antigua, varios siglos antes de las
cruzadas. Su infancia la pasó entre grandes mansiones y su familia era famosa
por su belleza. A pesar de todo esto tenía un motivo para ser desdichada: no
era querida por su padre, la consideraba poco agraciada, la más torpe y la
menos inteligente. Tenía una hermana, a la cual tenía un profundo afecto pero
que no era correspondido.
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Su educación se basó en la rigidez de la época Victoriana,
pero a la vez fue muy buena, siempre en manos de tutores. Su orientación
espiritual tuvo su causa en la influencia de una tía suya, Margaret Maxwel,
quien de su familia fue la que más la quiso.
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Su madre murió cuando ella tenía seis años de edad, lo que
acrecentó el desamor de su padre hacia ella. Se llegó a sentir muy
desafortunada, pensaba que nadie la quería y que la vida no valía la pena
vivirla. Ella misma reconocía que todo se le presentaba difícil por su
carácter tan antipático; a excepción de dos o tres personas, las demás eran
poco queridas por ella. Creía que la gente que no pensase como ella no tendría
salvación, pues fue educada bajo el Cristianismo más estricto. Con el tiempo
pasó de creer en el Cristo
según sus creencias cristianas y ortodoxas a la comprensión del Cristo Cósmico
—Lord Maitreya—,
como ella misma lo definiera, “El Maestro de Maestros”.
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Lejos de su mente estaba lo que le iba a ocurrir; es el ejemplo
perfecto de que lo externo siempre nos engaña, pues en los planos internos ya
estaba llevándose a cabo su trabajo, de alguna forma.
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Por esta razón el Maestro un día se le presentó en persona; ella
tenía entonces quince años, una niñita todavía. Era domingo, por la mañana,
todos habían ido a la iglesia, sólo estaban los criados. Alice estaba en el
salón leyendo cuando —en palabras de la propia Alice—
«…se abrió la puerta y entra un hombre alto,
vestido a la europea y un turbante que le cubría la cabeza, se sienta junto a
mí. Quedé petrificada al ver el turbante y no atiné a decir palabra, ni
preguntar a qué venía; comenzó a hablar. Me dijo que yo debía realizar un
Trabajo en el Mundo y que ello implicaba cambiar considerablemente mi
disposición, pues tenía que dejar de ser una criatura desagradable y obtener
cierta medida de autocontrol. Mi futuro servicio para Él y para el Mundo
dependía de cómo me manejara y de los cambios que llegara a efectuar. Me dijo
que se podía lograr un verdadero auto-control, que confiara en mí, y agregó
que yo viajaría por todo el mundo y visitaría muchos países para realizar el
trabajo de un Maestro.»
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Desde entonces esas palabras resuenan en mis oídos. Recalcó que
todo dependía de mí, de lo que pudiera y quisiera hacer de inmediato. El Maestro
agregó que estaría en contacto conmigo a intervalos durante varios años.
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Pensó que se estaba volviendo loca o que se había quedado dormida y
soñaba. Sin embargo, desde entonces comenzó a controlar su carácter. Se volvió
dulce y virtuosa, tanto que su familia creyó que se había puesto enferma.
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En el año 1915 descubrió quién era aquel Ser que la había visitado,
y que otras personas también Le conocían. Sus relaciones llegaron a ser tan
cercanas que en el año 1940 podía entrar en contacto con Él a voluntad. Sólo
cuando se va a llevar a cabo un trabajo de verdadera urgencia e importancia es
que se puede tener este tipo de contacto con el Maestro.
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Con veintidós añitos, Alice era una jovencita que no estaba
conforme con lo que el mundo le ofrecía; siempre mantenía el sentimiento de
que existía algo mejor, algo que le diera el verdadero sentido a su vida.
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No pudo presumir de buena salud, solía padecer de jaquecas, pero lo
peor eran los temores que de esto derivaba. Un médico destacado la ayudó
respecto a su salud aliviándole a la vez sus miedos. Durante toda su vida el
temor tuvo un papel destacado, ella nos dice lo siguiente al respecto:
«…siempre sentí temor a la oscuridad, he
temido el fracaso, a tener defectos y temo a que la gente me considere
superior; no hay que avergonzarse de sentir temor, el temor no se combate. Con
frecuencia cuanto más evolucionada y sensible es una persona, mayores son sus
temores.»
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Se casa en el año 1910 con el clérigo
Walter Evans y muy pronto
descubre el mal carácter de su marido. Alice tiene que acostumbrarse a hacer
cosas que nunca había hecho: a lavar, coser, preparar la comida, etc. De este
matrimonio nacen tres hijas: Dorothy, Mildred y Ellison. Desde el nacimiento
de Dorothy, la mayor, el carácter de Walter empeora y ella vive constantemente
atemorizada. En su último embarazo sufre un ataque de él que la hace caer por
las escaleras. Se difunde entonces la idea de que su esposo no está en sus
cabales y al poco es ingresado en una clínica psiquiátrica en San Francisco.
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En el año 1915 ve por última vez a su marido y llegan tiempos
difíciles para ella y sus hijas. Se pone a trabajar en una factoría de
sardinas para sacar adelante la familia, fueron momentos de mucha desilusión
incluso a nivel espiritual.
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En el año 1916 conoció a dos discípulas de H.P.B., que la
introducen en la enseñanza espiritual. En 1918 ingresa en la Sociedad Teosófica,
mudándose para ello a
Hollywood. Al llegar allí
se sorprende al ver la foto del que fuera su visitante cuando tenía quince
años, fue así cómo supo que era un Maestro de Sabiduría
y que se llamaba Koot Hoomi.
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Decide obtener el divorcio de Walter Evans por el año 1918 y tiempo
más tarde conoce al abogado Foster Bailey,
el que sería su segundo esposo. Ella decía que hay cosas que al expresarlas
pierden su significado; su amor con el Sr. Foster era una de ellas. Él fue su
fortaleza y su refugio, le aportaba todo lo que ella podía desear.
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Establece contacto con el Maestro El Tibetano,
por primera vez, en el año 1919, en California, EE.UU. Ese día salió a dar un
paseo por la colina y estando sentada, reflexionando, escucha una clara nota
musical desde el cielo, que resuena dentro de ella y a la vez una voz que le
dice: «Deberán escribirse ciertos libros
para el público. Tú puedes escribirlos ¿lo harás?»
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Después de varios intentos por parte del Maestro, Alice comienza a
escribir los dos primeros capítulos del libro "Iniciación humana y solar".
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Comenzó a dar conferencias en el año 1921; era algo que le
encantaba. Decía que nunca se ponía nerviosa delante del público, sobre esto
dijo: «Un auditorio es para mí simplemente
una persona agradable.»
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Establece La
Escuela Arcana junto a su
marido Foster Bailey,
en el año 1923, con pocos conocimientos, tan sólo el deseo de servir. Entre
1925 y 1930 dicha escuela vivió momentos de dificultades, alegrías, adaptación
para poder estabilizarse y quedar establecida. Recibe en el año 1932, un
comunicado de El Tibetano
con el titulo de El
Nuevo Grupo de Servidores del Mundo,
a los cuales les movía un potente deseo altruista de servir a nuestros
semejantes, unido a un sentido definido de orientación espiritual. Los señores
Foster colaboraron en distribuir comunicados y además llevar a cabo
sugerencias y requerimientos de El Tibetano.
Bajo sugerencia del Maestro organizan el movimiento de La Buena Voluntad, con
centros repartidos en 19 países. Ésto se llevó a cabo entre los años 1933 a
1939.
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Alice escribió un total de veinticuatro libros en colaboración con El Tibetano,
libros como: "La Luz del Alma", "De Belén al Calvario", "El Discipulado en
la Nueva Era", "Tratado sobre los Siete Rayos", etc.
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Desencarnó el 15 de diciembre de 1949, en el hospital de New York,
y hasta el último momento recibió visitas e hizo reuniones. Poco antes de
morir dijo: «He vivido una vida rica y
plena; innumerables personas en todo el mundo han sido buenas conmigo.»
Su propio Maestro
Koot Hoomi, a la hora de su
muerte, vino a buscarla, como le había prometido.
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Sólo me queda dar las gracias de corazón a la señora Alice Bailey,
por su Servicio y Amor a la humanidad, ¡Gracias!
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